El aceite de oliva no solo es beneficioso por su carácter alimenticio, sino que también tiene extraordinarias propiedades curativas y saludables. Aunque hay que señalar que el aceite de oliva no posee hoy en día el carácter divino que se le atribuye en otras épocas, ni la condición de fuente energética imprescindible en la alimentación, pero sí representa el nuevo mito de la salud y de la preocupación por una dieta sana y equilibrada, además de constituir ese componente ancestral que todos conservamos en nuestros hábitos y costumbres. Todos esos factores mantienen en vigencia este producto maravilloso que alguien ha bautizado como «ORO LÍQUIDO», por esta razón al aceite de oliva se le considera un elemento mitad alimento mitad medicina.
El aceite de oliva, distintivo de nuestra dieta mediterránea, es la grasa con la que mejor se fríen los alimentos, ya que forma una capa más consistente a su alrededor. Gracias a ella, los alimentos retienen sus jugos y no absorben más aceite. Aunque puede alcanzar altas temperaturas (180ºC), es el que menor alteración sufre durante el calentamiento por lo que puede reutilizarse más veces que otros aceites. Además se trata del aceite vegetal que contribuye con un mayor número de factores beneficiosos para nuestra salud. Estudios realizados por las cátedras de Cardiología y Bioquímica Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza demostraron que la sustitución del consumo de aceite de girasol por aceite de oliva durante diez semanas redujo en promedio un 13% del colesterol sanguíneo. El aceite de oliva ejerce gran influencia sobre el organismo, a continuación detallaremos los efectos sobre los distintos sistemas y aparatos.
Sobre el aparato digestivo:
Sobre el sistema cardiovascular:
Sobre los procesos oxidativos: